sábado, 19 de marzo de 2011

Por estos fierros del olvido
transitó la esperanza
con sus maletas cargadas de iluciones, sueños, promesas.
Los pequeños pueblos
con olor a madera, cilantro, mate
guardaban en su seno
pequeños muchachos que saludaban
el paso de estas naves
bulliciosas
tremendas...





Sobre un pequeño
pedazo de cartón
se podía leer nuestro destino,
la impaciencia
en nuestra nariz pegada
en sus ventanas...
la alegría
en aquellos compaces
nacidos del tatac tatac
sobre el riel...






en el corazón no cabía
un secreto y otro
y otro más
esos alambres que pasaban
frente a nuestros ojos
como olas,
tantas flores anaranjadas,
rios interminables,
puentes suspendidos en el aire,
tuneles infinitos,
Ciudades con nombres otoñales.






Así crecimos unos cuantos
soñando ser Maquinistas
palanqueros, guardagujas, fogoneros
inspectores, telegrafistas,
mecánicos
Ferroviarios,
anónimos
simples constructores,
heroes de esta patria.